Para ella que migró…
I
Cuando la vi por vez primera
Supe que era como el sol en primavera
Con una dulce y encantadora sonrisa
Que hasta un cura jesuita al verla se paraliza.
II
Ella tiene dentro de su ser
Lo que todo hombre quisiera tener
Un corazón y un alma noble
Dulce y fuerte como el roble.
III
Piel canela y pequeña de estatura
Pero creada con sabia moldura
De quien diseña a la Diosa más pura
Fue Dios el diseñador de esta creatura.
IV
Ojos saltones que miran sin cesar
A todos los que la observan caminar
Su voz de seda me inspira mucha paz
En este mundo un poco falaz.
V
La admiro con mucha sensación
La llevo clavada en mi pecho y corazón
Espero que vuelva para poder verla
Y seguir adorándola sin poseerla.
VI
Sus labios son como capullos de rosas
Rosas rojas que evocan sensualidad
De una boca seguramente dulce
Porque dulce es toda su humanidad
VII
Ella es oro en polvo en su accionar
Vive con honor e hidalguía
Quisiera verla de cerca todo el día
Contemplar su lunar que invade su boca
Boca que sin tenerla me provoca
Y me lleva a recordarla gota a gota
Como la lluvia que cae del cielo
La busco en mi sueño con mucho anhelo.
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